Noticia 273

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La tecnología sirve para cuidar la salud mental

Académicas de la UNAM utilizan las tecnologías de la información para aportar información y atención a profesionales de la salud y estudiantes universitarios.

   Aleida Rueda
   10 de noviembre de 2023

Niños, niñas, adolescentes y jóvenes son la población de mayor riesgo de padecer problemas de salud mental que durarán por el resto de su vida, por eso una atención temprana y eficaz que incluya herramientas, dispositivos, y otras tecnologías de la información puede ayudar significativamente a prevenirlos.

Así lo dijo la investigadora María Elena Medina Mora, directora de la Facultad de Psicología-UNAM y miembro de El Colegio Nacional, el pasado 3 de octubre en el segundo encuentro CITA (Ciencia, Innovación, Tecnología y Academia), que organiza la Academia Mexicana de Ciencias y el Centro de Ciencias de la Complejidad de la UNAM.

Medina Mora estuvo acompañada por Corina Benjet, del Centro de Investigación en Salud Mental Global del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz; Rebeca Robles García, del Centro de Investigación en Salud Mental Global del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, Facultades de Psicología y Medicina de la UNAM; Silvia Morales Chainé, de la Facultad de Psicología, UNAM; y Rafael Bojalil, de la Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco. El panel fue moderado por la investigadora del C3 y el Instituto de Energías Renovables, Julia Tagüeña.

Los estudios que presentó Medina Mora y que exploran la salud mental de la población de estudiantes de la UNAM de nivel licenciatura arrojan datos preocupantes. Hasta antes de la pandemia la depresión entre mujeres y hombres era del 19.37% y 15% respectivamente. Después de la pandemia, estos porcentajes subieron a 23.5% y 37.1%, respectivamente.

A eso hay que sumarle las secuelas de COVID-19 de tipo psiquiátrico y neurológico que afecta a los jóvenes: fatiga (19.3%), insomnio (41.9%), problemas de memoria (14.9%), ansiedad y depresión (14.9%), trastorno de estrés postraumático (TEPT) (32.3%), entre otras.

Para tratar a esta población, los recursos financieros y humanos son insuficientes. “Para poder atender esto, tendríamos que trabajar desde la prevención hasta la atención de los casos graves. Y no tenemos suficientes personas formadas para hacer esto (…) La carga es muy alta, y nunca ha sido suficiente la inversión para que esto cambie”, dijo Medina Mora.

Por esta razón, los pacientes se ven obligados a ver a más de un profesional antes de recibir un tratamiento que consideran útil. Un estudio en el que participó Medina Mora en 2022 revela que solo el 26% de las personas con un trastorno mental que recibieron tratamiento útil fueron atendidos por el primer profesional al que acudieron; más del 70% siguieron buscando ayuda en una segunda o tercera opción.

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María Elena Medina Mora habló de los desafíos que se enfrentan en México para atender los trastornos de salud mental.
Foto de Mariana González Salazar/C3-UNAM

“Al final, algunas personas tenían que ir con 8 terapeutas para poder conseguir con quién hablar. Entonces eso quiere decir que las personas no encuentran ayuda en la puerta que tocan, [por eso] necesitamos la tecnología hacer una canalización adecuada de acuerdo con sus necesidades”, dijo la especialista.

Según el informe “Emerging technologies and scientific innovation” de la Organización Mundial de la Salud, ya hay múltiples formas en las que la tecnología está contribuyendo a cuidar la salud mental.

Para el diagnóstico se usan teléfonos móviles y otros dispositivos con el objetivo de vincular la información de salud en tiempo real con los servicios médicos; también se usan tecnologías digitales para automatizar la recolección de datos sobre síntomas y reducir riegos y los teléfonos móviles para monitorear pandemias existentes. Además, se utiliza la inteligencia artificial y el aprendizaje automático para apoyar en la medicina personalizada, en el diagnóstico, los medicamentos y el tratamiento.

Tecnología para cuidar al personal de salud

Una de las formas en las que la tecnología se usó para cuidar la salud mental durante la pandemia en México fue un proyecto que presentó Rebeca Robles García llamado “Cuidemos a quien nos cuida”. A través de él se enviaron por celular videos psicoeducativos a los trabajadores de salud y los profesionales de primer contacto, como los paramédicos. Unos videos eran sobre medidas de autocuidado y de control de estrés, otros ofrecían información sobre diferentes temas que los trabajadores de la salud solicitaban.

“Eran invitados a decirnos qué tipo de información requerían y fue conmovedor, porque además de pedirnos que se les enseñara a utilizar el equipo de protección personal para poder evitar contagios y no contagiar a su familia, querían también saber cómo usar estrategias de salud mental para calmar a sus pacientes y los familiares. Notaban que tenían mucha necesidad de información de salud mental y querían aprender para ayudarlos”, contó Robles García.

El proyecto también incluyó una evaluación en línea para que el personal de salud pudiera identificar si tenía algún trastorno de salud mental y saber qué hacer. Esta evaluación, que podía ser anónima, les decía si requerían una segunda evaluación y se les daba la información de alguna clínica virtual para problemas de salud mental donde podían ser atendidos de forma gratuita. Para la investigadora, “es necesario invertir en infraestructura y tecnología para poder brindar atención remota a esta población. Es una inversión con alta oportunidad de retorno social”.

Una herramienta de autogestión para la depresión

Por su parte, Corina Benjet presentó el proyecto “Yo puedo sentirme bien” que buscó disminuir la brecha de tratamiento para la ansiedad y depresión entre jóvenes universitarios de México y Colombia durante la pandemia y mostrar si la plataforma ofrecía beneficios a los jóvenes aun sin la intervención de un guía en línea.

“Nuestra intención era conocer, a través del machine learning, para quién sí podía servir la intervención autogestionada”, dijo la investigadora. Como parte de sus resultados, el de más interés fue el que encontraron con los jóvenes con depresión. Entre ellos, hubo 71.5% que logró la remisión (es decir, la atenuación o desaparición de sus síntomas) a través de la plataforma con guía, pero el 28.5% le fue igual de bien usando la versión autogestionada.

“Esto tiene implicaciones gigantes”, dijo Benjet. “Si pensamos que 30% de los alumnos llegan a la universidad con un problema de salud mental, a 28% le podemos dar una intervención que no cuesta nada una vez que la tienes”.

La investigadora explicó que este tipo de intervenciones no les va a quitar el trabajo a los profesionales de psicología. “Estas intervenciones psicológicas en línea no reemplazan a los psicólogos, pero sí pueden ampliar el impacto del conocimiento psicológico para el bienestar de la población y puede aumentar el número de alumnos atendidos”.

Tecnología para prevenir riesgos de salud

Silvia Morales Chainé presentó la plataforma “Mi salud”, una herramienta tecnológica para prevenir los riesgos de salud emocional (intento de suicidio o autolesión, consumo de sustancias, violencia, depresión y ansiedad) antes de que avancen a niveles más avanzados.

“No es una estrategia diagnóstica, no le dice a la gente: ‘tú tienes depresión, tú tienes ansiedad’, no, lo que le dice es: ‘De acuerdo con tus respuestas, has indicado que tienes algunos riesgos a tu salud que se podrían atender de esta manera’. Es un triaje psicológico que aborda la salud emocional desde la perspectiva comunitaria”, explicó. Es decir, aprovecha las redes de promotores de la salud, médicos y psicólogos para apoyar a las personas a enfrentar sus riesgos y poder evaluar la efectividad de las intervenciones.

Una vez que estos riesgos son identificados, la plataforma ofrece rápidamente cursos, videos, trípticos y herramientas para que las personas, de manera voluntaria y autorizada, puedan recibir información y atención. De acuerdo con Morales Chainé, 7 de cada 10 personas atendidas a través de “Mi salud” lograron reducir sus riesgos.

Además, la plataforma puede ofrecer información para ver qué tipo de políticas públicas pueden implementarse en una comunidad específica para disminuir esos riesgos a su salud emocional.

Finalmente, Rafael Bojalil cerró el panel comentando que las tecnologías de la información no son una herramienta más, sino que abren la posibilidad de acelerar el progreso humano y superar la brecha digital y desarrollar las sociedades del conocimiento. Sin embargo, dijo, la implementación de la salud digital debe ser profesional, inclusiva, equitativa, centrada en las personas y basada en la confianza y la evidencia. Debe, además, incluir supervisiones y evaluaciones a los pacientes, así como un seguimiento y una comunicación dirigida a ellos.

“No podemos estar confiando en las apps que podemos bajar de internet sin ninguna regulación o en los famosos coaches (…) Se requieren orientaciones normativas, esto es fundamental, que haya orientaciones normativas para evitar la charlatanería”, concluyó el investigador.

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